sábado, 11 de julio de 2015

La Célebre Gastronomía Francesa Sufre Cambios

Quesos y vinos son parte de la tradición
culinaria francesa
La gastronomía francesa es reconocida a nivel mundial por su riqueza y por ser uno de los rasgos culturales franceses de más arraigo. De hecho, la gran diversidad cultural regional francesa, así como los diferentes ambientes de cada región, permiten tener en Francia un amplio abanico de posibilidades culinarias. Sin embargo, la globalización del estilo de vida corporativo, característico de las grandes capitales del mundo, también se ha hecho presente en las grandes ciudades francesas. Así, actualmente en ciudades como París, Marsella o Lyon, la hora de comer cada vez se relaciona menos con la degustación de exquisitos quesos y vinos, cambiándolo con poco gasto de dinero y tiempo. Algunas estadísticas señalan que los gastos en ingredientes para cocina en una familia parisina pasaron de rondar el 35% a principios de la década de 1960, a acercarse en la actualidad a un 18%. Por otro lado, el tiempo en la mesa para la cena ha pasado de un promedio de 2 horas a treinta minutos.

El desayuno en las metrópolis francesas se asemeja ahora al desayuno estadounidense, por ejemplo. El café negro, chocolate o té, acompañado de baguettes, bizcochos o croissants actualmente son desplazados por yogurts, cereales o simplemente frutas. Igualmente, la hora del almuerzo en casa ha sido reemplazada por el comedor de la empresa, restaurantes, self-service o cadenas transnacionales de comida rápida. A la hora de la cena, las circunstancias son similares, cambiando el comedor por la cena frente al televisor. De hecho, en décadas recientes los establecimientos de comida rápida, vinerías y ventas pequeñas de baguettes y croissants han adoptado los modelos de negocios anglosajones, dejando atrás la tradicional comida francesa de cinco platos.


José Bové
Sin embargo, en las áreas campestres (afortunadamente) aún persiste la gastronomía tradicional francesa. Incluso, la histórica oposición entre cocina del norte y sur ha sido reemplazada por la rivalidad cuisine traditionelle – nouvelle cuisine (cocina tradicional – nueva cocina). El debate vino versus cerveza o cocido versus crudo, ha sido superado por la oposición entre los elaborados platos de la cocina tradicional ante los rápidos y cargados nuevos platos. De hecho, la batalla del gusto encontró en José Bové un férreo defensor de la cocina tradicional, quien lidera desde la década de 1990 una campaña contra la globalización y las transnacionales responsables de distribuir alimentos “sin originalidad ni sabor”. Según él, las cadenas de comida rápida simbolizan el mal bouffe o le mal manger (el mal comer). Bové y sus partidarios defienden y reivindican una cocina francesa tradicional, caracterizada por la gran calidad de sus ingredientes y los sabores auténticos.

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